Proyecto: Memorias de un viaje incierto

Arquitecto: Ander Bados

Lugar: Itinerante

Fecha: 2017

Imágenes: María Montenegro y Ander Bados

Promotor: Concurso beca Arquia

Narra la mitología que en los orígenes, mientras un hombre observaba el horizonte en la punta de un acantilado con el deseo de volver a casa después de la guerra, un dios griego dirigió un rayo sobre la tierra, liberando un gran cubo gigante. Éste, vagaría por los océanos durante un periodo ilimitado y condenaría al hombre a vivir en aquel cubo hasta pagar sus pecados.

Fue castigado al imposible encuentro de su armonía y los dioses jugaban con él a su antojo, condenando a la gran piedra a innumerables inclemencias: tormentas, huracanes y todo tipo de fenómenos atmosféricos para nunca encontrar su patria natal. Vivió con la necesidad de habitar un espacio, que no era el suyo.

Quizá el primer habitar un espacio dentro de otro espacio reconocido, fue una cavidad, una cueva, un vacío horadado en un sólido, en una roca, algo natural en el que no existía la mano del hombre. El primer habitar no era la construcción de un espacio, si no la de-construcción de un espacio. Algo aleatorio.

Al igual que esta acción primigenia, la roca errante se iba tallando y erosionando con cada inclemencia, con cada tempestad y esto daba la posibilidad al hombre de habitarla, convirtiéndola en su hogar… Un día mientras vagaba cerca de las costas de su patria natal, el hombre se quedó dormido. Los dioses aprovecharon el descuido para invocar una gran tormenta y cambiar el rumbo de la gran piedra, alejándole nuevamente de su destino, evocándole de nuevo a una vida trashumante.

Se han relatado miles de mitos sobre la roca. Uno de ellos era su propia identidad. Atracaba en diferentes puertos convirtiéndose en el nuevo atractivo de la ciudad . Era el nuevo caminante, viajero, el nuevo huésped que llegaba a su posada, al puerto, al dique o al malecón. Modificada temporalmente el espacio de la ciudad al que llegaba como un elemento nuevo y diferente en cada una de ellas, debido a su erosión y su desgaste en el camino. Y aunque siempre estaba en continuo cambio durante el viaje, conseguía suspender el tiempo en cada ciudad.

Comenzó a formar parte de las personas y de su memoria. Los más mayores detallaban a los pequeños aquella vez que habían visto la roca llegar a la ciudad. Cada uno su historia, su versión, su diversidad formal, por que ésta, no paraba de cambiar. Y lo narraban como si fuera la última vez, porque nunca se sabía cuando iba a volver. Era la roca de todos, y la roca de nadie…

En los años 80 de nuestro tiempo creen que visitó Venecia, y que el inmenso poder que le había sido otorgado por los dioses le hizo engalanarse para la ocasión re-interpretando un antiguo teatro veneciano que aún navega en la memoria de todos aquellos que lo vivieron.

A día de hoy vaga eternamente y se detiene en innumerables lugares, dialogando con la identidad particular de cada ciudad, transformando su carácter y su paisaje, reinventando la imagen que de ella se tiene y aportando naturalidad en cada localización, como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar. Una pieza más,una nueva escala.

Pero siempre vuelve a casa, al mar, al vagar, al deambular hasta casi llegar. Es un cuerpo itinerante, autónomo, solamente acompañado del tiempo y de la memoria. De lo que es, y de lo que fue…

Unos se acuerdan de la viva roca, y otros de la historia de aquel hombre. Yo, por el contrario, sigo intentando averiguar cómo sería aquel vacío de la piedra…

* Cualquier similitud con alguna obra conocida de la mitología griega es pura casualidad. Este texto fue robado en la isla de Ogigia a una mujer que se hacía llamar Calipso *

 

(continúa más abajo)

(Viene de arriba)

 

Vuelvo a mis primeros escritos. Aquellos donde reflexionaba sobre el habitar un espacio dentro de otro espacio.Visitaba a Apolodoro, Asplund, Zumthor y buscaba el origen de cada interpretación. Quería alcanzar el más primitivo concepto de habitar. Y cuando la mano del hombre se desvanecía, con más fuerza afloraba el origen.

Me relacionaba con Poseidón,Eolo,el tallar y horadar. Y es que nada es más primitivo que la oquedad de una roca. La unión de lo arbitrario y lo humano en un concepto: habitar un espacio dentro de otro espacio. Además del tiempo. Tallar es algo calmado,progresivo y el proyecto tenía que tener estas condiciones. Lo interesante está en el desconocimiento del proceso. En la tensión entre permanencia y transformación. El proyecto es una experiencia que nos da el tiempo y debía ser llevado a lo más primitivo. Al cubo. Adaptable a cualquier habitar con identidad y memoria. Y con el tiempo, el cubo inicial ausente de recuerdos, comienza a ser el recipiente de las memorias de todos los lugares.

El lugar elegido es la unión de muchos lugares escogidos. Unión de muchas identidades. Y es el hombre,cada tormenta,cada viento sufrido en alta mar quien lo transforma. El cubo es la representación de cualquier ciudad,y de los cambios de ésta.Y en su continua erosión interna, de piedra arenisca, crea cambios de luz, de tectónica, de espacios y sensaciones..mientras por fuera continua en su más primitiva apariencia. Y es que no es nadie sino el tiempo quien nos deja habitar un espacio dentro de otro espacio. La función es el encuentro de dos mundos. Nexo de tierra,cielo y agua en un vacío. Un vacío que sólo pertenecerá al tiempo, y que nos pondrá en relación con la luz, la calma,el agua,en conclusión,con la esencia del habitar.